Mariya Gabriel (41 años, Sofía) es la comisaria europea de Innovación, Investigación, Cultura, Educación y Juventud desde 2019. Desde que llegó al cargo ―antes, fue comisaria de Economía y Sociedad Digital― tuvo claro el reto que debía afrontar: conseguir hacer el programa estrella de movilidad de estudiantes europeos, el Erasmus+, más inclusivo, ya que solo el 5% del total de alumnos europeos se beneficia de este intercambio entre países. De momento su plan está funcionando y ya ha conseguido que se duplique el presupuesto destinado al programa hasta el año 2027 ―un total de 27.000 millones de euros― y ahora está en plena negociación para conseguir que se triplique.
La pandemia ha interrumpido la joya de la corona europea y, desde su casa de Sofía y confinada tras haber dado positivo por covid, Gabriel, que esta semana participó de forma telemática en el evento EnlightED ―organizado por South Summit, la Fundación Telefónica, IE University y la Fundación Santillana― cuenta a EL PAÍS sus planes para adaptar a marchas forzadas el formato de intercambio entre estudiantes para integrar la llamada “movilidad virtual”.
Pregunta. ¿Qué mensaje mandaría a los jóvenes que se están perdiendo la experiencia Erasmus por las restricciones de movimiento de la pandemia?
Respuesta. Desde la Comisión Europea, ya hemos permitido que pospongan su estancia 12 meses, y si la situación sigue empeorando y se necesita mayor flexibilidad lo haremos. Lo que les diría es que usen las nuevas oportunidades que se les presentan ahora, como los intercambios virtuales. Es un buen momento para que mejoren sus habilidades digitales. Sabemos que en 2021, el 90% de los trabajos requerirán esa destreza y ahora solo el 44% de los ciudadanos europeos tienen conocimientos básicos digitales, el 37% de nuestra fuerza laboral. A las chicas las animaría por decantarse por las STEM (siglas en inglés de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), necesitamos más mujeres en inteligencia artificial.
P. ¿En qué situación están ahora los programas Erasmus+?
R. El 60% de los universitarios europeos que escogieron el programa de seis meses lo han interrumpido, y el resto siguen las clases de forma online desde sus países de origen. El porcentaje es similar en los programas de tres meses, cerca de un 70% han preferido suspenderlos y posponerlos para el próximo curso. El número no para de crecer, pero en eso vamos a ser muy flexibles y si hace falta alargar más de 12 meses la interrupción del programa lo haremos.
P. Un informe del Centre for Economic and Policy Research (CEPR) de Londres concluye, con datos de Estados Unidos, que un confinamiento de seis meses puede provocar una pérdida media en la futura renta de los estudiantes del 1% y una reducción del 3,8% del número de graduados en secundaria. ¿Tienen algún plan para paliar estos efectos?
R. Es cierto que existen riesgos, pero también hay oportunidades. Europa hoy más que nunca necesita la energía, la creatividad y el espíritu de innovación de la gente joven. No necesitamos una generación perdida, sino una generación renovada. Para nosotros es primordial asegurar la movilidad de los jóvenes, porque tenemos datos muy reveladores: los alumnos con un Erasmus encuentran trabajo en los tres primeros meses tras su graduación. Somos conscientes de las limitaciones que supone la pandemia, pero no vamos a dejar de trabajar para conseguir que cada año más jóvenes se puedan sumar a nuestros programas de intercambio, ya hay más de 10 millones de estudiantes que se han beneficiado. El Parlamento Europeo está negociando con la Comisión y con los países miembro triplicar el presupuesto.
P. Más allá de los efectos de la covid sobre el futuro de las nuevas generaciones, la agencia Cedefop, de la Unión Europea, prevé que entre hoy y 2030, los nuevos puestos de trabajo que se creen en España requerirán un 65% de profesionales con cualificaciones medias —Formación Profesional— y un 35% con altas —FP de grado superior y graduados universitarios—. ¿Quiere eso decir que es mejor opción decantarse por una FP?
R. Lo importante es saber qué está pasando con los graduados universitarios y cuáles son las necesidades del mercado. No hay datos a nivel europeo y así es difícil diseñar planes concretos. Por ejemplo, hay dos millones de empleos en el sector medioambiental y no hay perfiles para cubrirlos. Para tratar de aportar soluciones, por primera vez en Europa hemos iniciado un estudio para seguir el rastro de los graduados, queremos saber qué pasa con ellos una vez que finalizan sus estudios. De momento, están participando ocho países, pero hacemos un llamamiento para que los demás se sumen al proyecto. La FP es otra de nuestras prioridades y el 27% del presupuesto de Erasmus+ es para la movilidad de esos alumnos.
P. ¿Hay algún programa europeo de prácticas en empresas?
R. Sí. En 2018 lanzamos el programa Digital Opportunity Traineeship, que permite a los universitarios realizar prácticas remuneradas, un mínimo de 500 euros al mes, en empresas tecnológicas en diferentes países europeos. Más de 12.000 alumnos ya lo han hecho. A partir del próximo enero, la plataforma también incluirá prácticas para alumnos de FP. El funcionamiento es sencillo; las compañías cuelgan en una plataforma sus ofertas, en las que explican la tarea a realizar y las condiciones, algunas pagan más de los 500 euros fijados por la Comisión. La duración suele ser de tres meses, pero es prorrogable.
P. Una de las ventajas del programa Erasmus+ es que permite a los estudiantes mejorar su dominio de lenguas extranjeras. ¿No es un poco tarde tener que esperar a los 18 años para participar en esta experiencia?
R. Precisamente esa es otra de las novedades. En 2021 incluiremos a los alumnos de Secundaria en el programa, que tendrá una fórmula blended, en la que el primer paso serán trabajos colaborativos a través de plataformas online, para después realizar intercambios in situ. Son proyectos de cooperación entre institutos de diferentes países para construir proyectos sobre temáticas como el cambio climático. Nuestro objetivo es que los adolescentes mejoren en idiomas y ganen confianza en sí mismos. La crisis nos ha enseñado una lección, que debemos ser más flexibles y proponer nuevas fórmulas. En España, serán los institutos los que tramiten las solicitudes de los alumnos a través del SEPIE.
P. ¿Es la primera vez que Europa ofrece esta oportunidad a los adolescentes?
R. Hasta ahora han sido experiencias aisladas de centros muy concretos, pero hemos detectado una demanda de los jóvenes por formar parte de estas redes de intercambio. Les motiva y es nuestra obligación hacer esfuerzos para que tengan el mayor número de experiencias internacionales posible. Que adquieran más conocimientos que les ayuden a tomar decisiones más informadas sobre qué carrera quieren seguir. Las estancias en otros países, si la pandemia lo permite, serán cortas, de dos semanas a un mes. La movilidad virtual nunca reemplazará a la física, los jóvenes necesitan estas experiencias y las nuevas tecnologías no van a reemplazar el contacto emocional. Encontrar el equilibrio es el reto de esta crisis.
P. La pandemia ha dejado al descubierto la desigualdad en el acceso a Internet. En España, el 11% de los alumnos no tiene wifi en casa.
R. Efectivamente, durante la pandemia hemos visto que uno de los principales problemas es la conectividad y la falta de dispositivos digitales. De momento nuestra idea es lanzar un programa para que las escuelas rurales tengan buena conexión a Internet. Los jóvenes de los colegios de élite en las capitales tienen muchas posibilidades, pero no es la situación de otros en zonas remotas. Hace unos años, lanzamos el programa WiFi4eu para dotar de buena conexión a 9.000 Ayuntamientos europeos, les dimos 15.000 euros para que pudiesen ofrecer lugares para que los ciudadanos pudiesen conectarse gratis durante tres años. Mi idea es hacer lo mismo con los colegios, sobre todo los que están en zonas rurales. La negociación ya está en marcha. Otro de los objetivos es crear academias de profesores para que trabajen juntos a escala europea y elaboren materiales digitales gratuitos para todos los centros. Durante el confinamiento, la mitad de nuestros profesores admitieron que no están preparados para las clases online.
P. ¿Qué consejo daría a los estudiantes que ahora tienen que decidir entre ir a la Universidad o matricularse en un ciclo de FP?
R. Solo uno, que persigan su sueño. No puedes decir a alguien que quiere ser un Nobel en investigación médica ‘haz una FP’. Tampoco a alguien que le entusiasma la programación que primero tendrá que ir a la Universidad.
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