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martes, 1 de mayo de 2018

LAS NOTAS DEL DESASTRE El diario que revela la terrible verdad sobre la era nazi (y se parece a nuestra época) Friedrich Kellner era un funcionario que desde el primer momento se posicionó contra Hitler y alertó de las dramáticas consecuencias que conllevaría la II Guerra Mundial Autor Enrique Zamorano Tiempo de lectura7' 01.05.2018 – 05:00 H. ----------------------------------------------------------------------------------------------------- “Mi abuelo sabía que personas como los nazis nunca perderían su sed de poder y de dominación absoluta”, asegura. : Yo, la que escribe el blog, tuve la mala suerte de encontrarme de frente con un nazi de los de los campos campos de concentración, no puedo probarlo, no pude comprobarlo, pero tuve información que cumple con el perfil de nazi refugiado despues de la 2da Guerra Mundial, (no busco meter a nadie en problemas ni tenerlos yo), él estaba ahí, delante de mi, mermado, débil, anciano, tendria 90 años, pero su mirada y sus intenciones ocultas para mi estaban plenamente vivas, él me miraba con la cara relajada y amable, los ojos revelaban entusiasmo (mi persona no le era indiferente), y maldad impune del que está acostumbrado a manipular cuerpos como si fueran sacos, lo he sufrido antes en la casa en la que crecí a mediados de los años 90 del siglo XX. El estaba contento de verme y yo representaba algo que utilizar y sacar beneficio, esto fué hace unos 10 años. Entonces pude tragar el miedo, era tanto que me invadió como nunca antes y eso que he pasado mucho miedo, entonces supe como debió ser estar dentro de un campo de concentración. Para que lo entendais, si tú eres carnicero las vacas te dan igual pero eres amable con tus congéneres. ---------------------------------------------------------------- Una de las cosas que más le sorprendió del rápido ascenso de la Alemania nazi fue que los intelectuales de las universidades se pasaran al bando de Hitler, ciegamente confiados de que ganarían la guerra que se iba a desatar, tal y como recoge el diario 'Alternet': “La gran mayoría de los líderes intelectuales, con los profesores universitarios a la cabeza, desecharon todo lo que habían enseñado y defendido anteriormente, y se dedicaron por completo a la nueva dirección política que tomaba el país”, narraba Kellner en junio de 1941. “Se exaltaron y se sumaron de manera servil y sin fisuras a todo lo que el Partido promulgó”.






LAS NOTAS DEL DESASTRE

El diario que revela la terrible verdad sobre la era nazi (y se parece a nuestra época)

Friedrich Kellner era un funcionario que desde el primer momento se posicionó contra Hitler y alertó de las dramáticas consecuencias que conllevaría la II Guerra Mundial

 

Autor
Enrique Zamorano

Tiempo de lectura7'






Foto: Friedrich y Pauline Kellner en una imagen del documental sobre 'My Opposition'.
Friedrich y Pauline Kellner en una imagen del documental sobre 'My Opposition'.
Autor
Tiempo de lectura7'
“Adolf Hitler es el criminal más astuto de todos los tiempos, el tirano más sádico y cruel, el que seduce, engaña y miente a la nación, aquel que ha ganado millones de adeptos y los ha convertido en luchadores fanáticos de sus herejías, que no son más que un conglomerado de ideas robadas a otros fanáticos”. Así definía al dictador más importante de todos los tiempos Friedrich Kellner, un osado funcionario socialdemócrata en activo durante la República de Weimar en la ciudad renana de Maguncia, justo en el momento histórico en el que comenzó el III Reich alemán.
Este intrépido personaje, nacido en 1885, anotó 676 entradas en un diario personal que detalla las atrocidades nazis en tiempo real a partir de 1939. El documento, de incalculable valor histórico, fue publicado en inglés en enero de este mismo año bajo el título 'My Opposition' por la editorial Cambridge University Press, medio siglo después de que su autor se lo regalara a su nieto estadounidense.
Las potencias occidentales tendrán la culpa de no dar con las medidas preventivas contra la política agresiva de Alemania

Las razones que explican esta dilatada espera es la profunda crítica que ejerce no solo contra los nazis, sino también contra toda la población alemana de la época, sosteniendo la teoría de que ante tales barbaridades, el silencio de aquellos que por miedo no se manifestaron contra Hitler, les convertía a su vez en cómplices: “No hay represalia lo suficientemente dura para todas estas bestias nazis”, escribió en su diario. “Cuando llegue el castigo divino por los hechos cometidos, los inocentes alemanes tendrán que sufrirlo al igual que ellos. Como el 99% de la población germana es culpable, directa o indirectamente de la situación actual, solo podemos decir que aquellos que viajan unidos se mantendrán juntos”.

Antes del ascenso del Führer al poder, Friedrich Kellner era un soldado veterano de la Primera Guerra Mundial y un opositor férreo al proyecto hitleriano. En los días de la República de Weimar pronunció discursos contra Hitler que le depararon numerosos arrestos en el futuro por parte de las SS. Al igual que él, miles de funcionarios y representantes de la socialdemocracia alemana tuvieron que huir para escapar de la persecución. Kellner se mudó a Laubach, una pequeña ciudad localizada en la región de Upper Hesse, donde se hizo funcionario. Pronto, la localidad se convirtió en un hervidero de nazis, lo que le llevaría a calificarlos como “bribones” o “tontos”, entre muchas otras cosas.
'My Opposition' no es un diario al uso. Se trata de una cuidada y esmerada colección de extractos y recortes de prensa pegados en las páginas, comentados extensamente de su puño y letra. En líneas generales, Kellner denuncia la proliferación de las ideas antisemitas por todo el país así como las atrocidades cometidas contra el pueblo judío, pero también el resentimiento hacia las naciones vecinas, como Francia e Inglaterra, indiferentes ante el vasto y desmesurado proyecto militar de Alemania tras el Pacto de Varsovia: “Las potencias occidentales cargarán con toda la culpa por no dar con las medidas preventivas contra la política agresiva incesante de Alemania”, escribió en mayo de 1940. “Para cuando los ingleses despierten, la mayor parte de Europa será un montón de escombros”.
Tampoco se quedó corto con Estados Unidos: “¿Los aislacionistas de Estados Unidos abrirán ahora los ojos? ¿Qué delirio domina a este pueblo de cobardes? ¿Cómo puede mantenerse al margen afirmando ser neutral durante esta lucha descomunal por la dignidad humana y la libertad? Eso les coloca del lado de las naciones del terror”, redactó justo un día después del bombardeo de Pearl Harbor.




Los judíos del gueto Lodz son trasladados en tren al campo de concentración de Auschwitz. (Cordon Press)
Los judíos del gueto Lodz son trasladados en tren al campo de concentración de Auschwitz. (Cordon Press)
Una de las cosas que más le sorprendió del rápido ascenso de la Alemania nazi fue que los intelectuales de las universidades se pasaran al bando de Hitler, ciegamente confiados de que ganarían la guerra que se iba a desatar, tal y como recoge el diario 'Alternet': “La gran mayoría de los líderes intelectuales, con los profesores universitarios a la cabeza, desecharon todo lo que habían enseñado y defendido anteriormente, y se dedicaron por completo a la nueva dirección política que tomaba el país”, narraba Kellner en junio de 1941. “Se exaltaron y se sumaron de manera servil y sin fisuras a todo lo que el Partido promulgó”.
El coraje y la determinación de Kellner a la hora de denunciar algo que le podría costar la vida no solo quedó relegado a su diario personal. También intentó paralizar el fulgurante ascenso nazi. Tras la Noche de los Cristales Rotos de 1938 en la que la persecución antisemita del Partido comenzó, Kellner intentó presentar cargos contra algunos de los líderes antidisturbios que cometieron los linchamientos contra la población judía. Esto le costó que un juez afín a Hitler ordenara que se investigaran posibles rastros de ascendencia judía en él y su esposa, Pauline, quien también se negó a adherirse a las organizaciones de mujeres nazis. En más de una ocasión les amenazaron con llevarles a un campo de concentración y planearon para ellos un severo castigo una vez que Hitler se alzara con la hipotética victoria frente a los aliados. “La actitud de Kellner ejerce una mala influencia sobre la población y debe desaparecer”, promulgó Ernst Mönnig, un oficial nazi.




Para protegerla, y para continuar con su tarea diaria, restringió sus pensamientos a su diario personal. Ahí comenzó a detallar y explicar las violentas acciones contra la población civil judía, recogidas por 'The Guardian': “Un soldado que se va de aquí me cuenta que presenció personalmente algo terrible en la parte ocupada de Polonia”, redactó en 1941. “Observó cómo hombres y mujeres judíos desnudos fueron colocados frente a una zanja larga y profunda y, por orden de las SS, fueron tiroteados en la nuca. Luego, la zanja se llenó de gritos”.
La brutalidad de los hechos, acaecidos hace poco más de 50 años, no tienen comparación con nada vivido antes por Kellner, incluida la Primera Guerra Mundial: “Este tratamiento cruel, despreciable y sádico contra los judíos que ha durado varios años, con su objetivo final del exterminio, es la mayor mancha en el honor de Alemania”, anotó el 15 de diciembre de 1941. “Nunca serán capaces de borrar estos crímenes”.
Es una narración escrita por un ciudadano alemán medio que nunca perdió de vista la capacidad de discernir el bien del mal
“No pude luchar contra los nazis en el presente, ya que tenían el poder de silenciarme, por lo que decidí luchar contra ellos en el futuro”. Estas fueron las supuestas palabras que Kellner dirigió antes de morir a su nieto Robert Scott Kellner, un profesor de inglés retirado y orgulloso heredero y portador del diario. Según él, dicho diario fue un intento por parte de su abuelo de proporcionar a las generaciones futuras un arma “contra cualquier resurgimiento de ese mal”, según recoge 'The Times of Israel'.
Durante más de 30 años después de su muerte, pocas personas ajenas a la familia vieron sus páginas escritas. En 2005, la Biblioteca Presidencial George Bush exhibió algunas partes. “Mi abuelo sabía que personas como los nazis nunca perderían su sed de poder y de dominación absoluta”, asegura. “El último de los supervivientes del Holocausto se irá pronto, pero su voz seguirá siendo una narración irrefutable contra todos los historiadores revisionistas y negadores del Holocausto. Una narración no escrita por un nazi o una víctima de los nazis, sino redactada por un ciudadano alemán medio que nunca perdió de vista la capacidad de discernir el bien del mal”, declara su nieto.




El mensaje de prevención de Kellner contra el odio y el horror de los totalitarismos tiene un claro paralelismo con el contexto político actual e internacional. Desgraciadamente, el antes y el ahora siempre se acaban tocando y resulta arriesgado y a todas luces visible establecer una posible comparación entre la Alemania nazi y los gobiernos políticos actuales. Aspectos como el uso de niños soldados, reclutados por Hitler y sus acólitos con solo diez años y documentado en los diarios de Kellner, no es una práctica que pertenezca al pasado. Al igual que el ascenso al poder de dirigentes abiertamente xenófobos que no titubean a la hora de señalar como eje central de los problemas al inmigrante o a las personas de una determinada etnia o raza. En definitiva, Llas tensiones entre civilizaciones y comunidades de seres humanos parecen una tónica histórica que se resiste a desaparecer.

Uf, y el año sque viene 74 aniversario, y eso que dicen que está vivo y haciendo lo de siempre donde le dejan, romper vidas adolescentes para que se queden solas y años despues cuando la jerarquía no las presta atención se las queda él quieran ellas o no. A mi me pareció verle en Andorra de turista la última vez que fuí por 2005 más o menos pero tiene que ser un error, aunque estaba como en el 42, no como en la fotografía del artícuo,igual era el hijo y no él, era igual eso si, si os da por mirar por la expectación no creo que se dejara ver por las calles : Así fue el agónico final de Hitler, a los 73 años de su suicidio.

              




Así fue el doloroso suicidio de Adolf Hitler con cianuro

ActualidadCausa un rápido efecto de asfixia celular





Hitler, a punto de suicidarse. Fotograma de la película El Hundimiento.
El 30 de abril de 1945 Adolf Hitler y su flamante esposa, Eva Braun, se suicidaron en el búnker de la Cancillería del Reich en Berlín. Fuera del mismo, el Reich de los Mil Años que el Führer alemán proclamó y en aquel momento regía en persona, se reducía a unas hectáreas de escombros, ya en el centro de Berlín, que los soldados del Ejército Rojo iban reduciendo paso a paso.
Al norte y al sur, en las áreas que el III Reich aún dominaba, sus principales secuaces, Hermann Goering y Heinrich Himmler, hacían lo que podían para salvar la vida y su posición ante los vencedores de la guerra, mientras quienes seguían combatiendo sólo querían dejar de hacerlo cuanto antes.
Para completar la humillación del nacionalsocialismo y sus teorías raciales, además de verse vencidos por los 'subhumanos' eslavos, buena parte de los defensores de Berlín eran combatientes extranjeros procedentes de pueblos 'inferiores' (encuadrados en las Waffen SS, en una más de las innumerables paradojas del nazismo). Las fotografías del cadáver de su aliado Benito Mussolini colgado boca abajo de una gasolinera acabaron de decidirle. Stalin había manifestado que de tomar a Hitler prisionero, le conduciría a Moscú.
Para el suicidio, Hitler y Eva Braun utilizaron cianuro y armas de fuego. Buena parte de los dirigentes y oficiales del III Reich que eligieron suicidarse utilizaron este veneno, lo que hizo cundir la leyenda de que se trataba de un tóxico rápido e indoloro. Y tal cosa es falsa: rápido y letal sí lo es, pero en modo alguno indoloro.
El cianuro sólido es mortal en dosis de unos 50 microgramos (un sobre de azúcar suele pesar unos 5 gramos). Impide que el oxígeno que transportan los glóbulos rojos de la sangre llegue a las demás células del organismo, de forma que se interrumpe la respiración celular lo que afecta rápidamente al corazón y cerebro, los órganos que necesitan más oxígeno. Este proceso crea también ácido láctico, que no puede ser eliminado. El exceso de ácido láctico causa dolor en el organismo, como bien saben todos los deportistas. El cianuro provoca, rápidamente, parálisis respiratoria, convulsiones, sensación de quemazón interna y ahogo.




Walther PPK
Hitler eligió el cianuro por consejo del médico de las SS Werner Haase (muerto en diciembre de 1945 como prisionero de los soviéticos), a quien pidió consejo sobre una forma efectiva de suicidio. Previamente lo probó con 'Blondi', su perra pastor alemán, que murió en el acto. Después, Hitler distribuyó ampollas de veneno entre parte de quienes le acompañaban en el bunker.
En torno a las 15:30 de la tarde Hitler se encerró en su despacho junto a Eva Braun. Su asistente, el Sturbannfürher de las SS Otto Gunsche, de dos metros de alto, quedó de guardia en la puerta. Debió hacer frente al intento de Magda Goebbels de suplicar a Hitler que no se suicidara. No permitió a la esposa del Ministro de Propaganda del Reich entrar al despacho de Hitler, pero sí le transmitió su presencia, sin que el Führer quisiera recibirla.
Al cabo se escuchó un disparo. Tras unos minutos Gunsche entró al despacho y encontró a Hitler y Eva Braun sentados en un sofá. Ambos habían mordido una cápsula de cianuro y él se había disparado simultáneamente en la sien con una pistola Walther PPK. Junto a él conservaba el retrato de su madre. Eva Braun no había llegado a usar su propia arma por los efectos fulminantes del veneno.
En una suerte de justicia poética, Hitler se había suicidado con el mismo compuesto empleado para dar muerte a millones de inocentes en los campos de exterminio que él impulsó. El Zyklon B que se usaba en el mismo es gas de cianuro. Semanas después, Himmler se suicidó también con cianuro para no ser hecho prisionero. Y al cabo de unos meses hizo lo mismo Goering, horas antes del momento en iba a ser ahorcado por sus crímenes tras el veredicto del Tribunal de Nuremberg.