Las tenemos tan arraigadas que, igual, ni nos damos cuenta, pero los españoles en casa tenemos ciertas costumbres o manías decorativas que
los extranjeros no conciben. La idiosincrasia propia sale por los poros
y, también, por cómo decidimos decorar y vivir la casa. Es inevitable
y, al mismo tiempo, enriquecedor. Estas son las costumbres típicamente
españolas que se dan en pocos lugares del mundo.
1. Nunca sin persianas
Ni
en las casas de obra nueva queremos prescindir de este elemento made in
Spain. Tiene su lógica. En la gran parte de nuestro territorio,
disfrutamos de muchas horas de sol y pocos días nublados,
respecto a otros países europeos. El sentido práctico es obvio pues nos
ayudan a proteger nuestros interiores de la luz directa ya sea para
poder ver de forma confortable la televisión o para tratar de evitar el
calor en los meses de verano. La costumbre a hecho que, además, nos
acostumbremos a dormir con mucha más oscuridad que nuestros vecinos
planetarios y, las persianas, nos ayudan a lograr este espacio más
recogido, además de preservar nuestra intimidad.
2. Seguir amando las cortinas y los visillos
3. Contar con una iluminación muy básica y general
Seguramente
también tiene que ver con el tesoro de disfrutar de mucha luz y mucho
sol, lo cierto es que en las casas españolas, en general, nadie presume
de un diseño de iluminación escénico
con diferentes posibilidades para generar ambientes. La tendencia ha
ido cambiando y, cada vez más, en las casas contamos con varias opciones
de luces indirectas. Pero casi siempre está pensado para las veladas
nocturnas, tranquilas y calmadas. Nada que ver con lo que ocurre, por
ejemplo, en los países nórdicos donde cuentan con diseños de iluminación
capaces de simular al completo la luz del sol.
4. Seguir usando el mortero, el sifón o la panera
El
mortero, el sifón (aunque sea como objeto coleccionable), la aceitera
típica o la panera, son esos utensilios típicos que todos queremos o
deseamos en nuestras casas y que raramente los encontramos en otros
lugares. Hay un cierto gusto nostálgico por mantener en nuestra cocina
estos elementos tradicionales que también usaban nuestras abuelas a las
que nos gusta recordar con cariño. Y, es que, si algo nos caracteriza es
nuestro carácter familiar y nuestro gusto por mantener ciertas
costumbres heredadas, sobre todo en la cocina.
5. Tener a mano siempre un palillero
La
mesa española también tiene sus costumbres decorativas que fuera se ven
raras, rarísimas. Y un ejemplo fascinante es el uso de palillos al
terminar de comer para evitar situaciones incómodas. Junto a ellos, el
palillero tiene su función también decorativa y gran parte de las casas
cuentan con alguno en cerámica o madera que dan un toque artesanal a la
mesa.
6. Colocar fotos familiares en el salón
Si algo nos gusta a los españoles es presumir de familia. Los nietos, los sobrinos y los abuelos están presentes en las casas a través de fotografías retrato e, incluso, a veces casi a modo de altar. Una costumbre que, de nuevo, da cuenta de nuestro arraigo familiar.
7. Seguir apreciando el mueble castellano
Es cierto que, en cierto momento, el mueble castellano
comenzó a ser denostado. Sin embargo, estas piezas grandilocuentes y
oscuras cuyo origen data del siglo XVI, han vuelto a ganar fuerza como
elementos vintage. Sillas, cómodas, aparadores o mesas que, si bien nos
agotaron ya en los dos miles, regresan para crear un ambiente más
natural, rústico o ecléctico.
8. No renunciar al gotelé
El gotelé
sigue presente en tantos hogares españoles que nos hemos acostumbrado
demasiado a él y, sin embargo, fuera no se termina de entender. Creado
como solución estética para disimular los defectos de las construcciones
de los 70, se quedó para vivir con nosotros tantas décadas que, aún
hoy, hay gente que lo sigue practicando como costumbre estética.
9. Integrar la lavadora en la cocina
A diferencia de lo que ocurre en otros países, en los que la lavadora
se esconde en un cuartito específico o es comunitaria, en España es un
electrodoméstico más de la cocina. También podemos encontrarla
discretamente (o no) integrada en el baño. Probablemente es así porque
no hay espacio para otra habitación. Pero la costumbre está tan
arraigada que ni nos resulta raro cocinar a su lado, ni nos molesta.
10. El bidé: ese vestigio práctico pero poco estético
Esta pieza es una de las que más sorprenden a los extranjeros. El bidé
tuvo su auge en el siglo XX y se hizo tan popular que no había casa que
no contara con uno. Con el paso del tiempo, ha dejado de ser tan común
y, en las reformas o casas de obra nueva se suele prescindir de él y es
sustituido por inodoros con opciones de higiene incorporada o duchas
secundarias junto a él. Cuántos extranjeros habrán entrado a un baño
típico español y se habrán quedado observándolo preguntándose su uso.
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