Giro en el caso de la "peor asesina en serie de Australia": una científica española halla la clave
Giro en el caso de la "peor asesina en serie de Australia": una científica española halla la clave
Kathleen Folbigg fue condenada a 40 años de cárcel en 2003 por el asesinato de sus cuatro hijos cuando eran bebés.
14 de febrero 12:26 14 de febrero 12:39 Carlos LaraAsesinos
En Nueva Gales del Sur su nombre es más conocido y da más miedo que el de Jack el Destripador. Kathleen Folbigg, "la peor asesina en serie de Australia". Así la definió la prensa en 2003, cuando fue condenada a 40 años de cárcel tras una década propagando el terror en Hunter Valley como si aquello fuese Whitechapel. El tribunal dictaminó que Folbigg había cometido cuatro veces el peor de los delitos: filicidio.
Sin embargo, Carola García de Vinuesa, una científica española, está a punto de convertir a la asesina en víctima: ha encontrado una evidencia significativa que demostraría la inocencia de Folbigg, ha dicho este martes. De confirmarse, los titulares que han acompañado a la convicta durante 20 años cambiarán "la peor asesina en serie" por "el mayor error judicial de Australia".
Folbigg tiene ahora 55 años y siempre ha defendido su inocencia. Lo hace ante los jueces, en el diario que escribe desde que fue condenada o en cartas a sus amigas enviadas desde prisión. En 2005 tuvo lugar la vista de apelación y se rebajó su pena a 30 años, con obligatoriedad de cumplir 25.
En 2019 hubo otra investigación que llegó a la misma conclusión que las anteriores: la culpabilidad de haber asfixiado a sus hijos recién nacidos, entre 1989 y 1999, "era aún más segura".
Sin embargo, en 2021 casi un centenar de científicos, dos premios Nobel entre ellos, firmaron una carta que solicitaba la liberación de Folbigg porque se había descubierto una variante genética conocida como CALM2 G114R en Folbigg y sus hijos. Este hallazgo debilitaba las pruebas de que la mujer hubiese asfixiado a los bebés.
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La gobernadora de Nueva Gales del Sur Margaret Beazley ordenó otra investigación, la cuarta para un caso que siempre pareció claro, pues le parecía que la petición de los científicos arrojaba una "hipótesis razonable". Carola García de Vinuesa (Cádiz, 1969), inmunóloga integrante de la Royal Society del Reino Unido, fue la encargada de liderar la investigación.
Este martes, García de Vinuesa ha adelantado que su equipo de científicos ha encontrado una nueva evidencia significativa que no existía en las investigaciones previas. Dicha prueba aumenta la probabilidad de que la variante, que afecta a la producción de la proteína calmodulina, vinculada al calcio, haya podido causar la muerte de los niños.
"Mi confianza está aumentando por todo lo que estimamos aprendiendo sobre esta variante en particular gracias a todo este trabajo. Todos y cada uno de los ensayos han apuntado a la patogenicidad del gen. No ha habido un solo ensayo que haya señalado que sea benigno", ha dicho García de Vinuesa.
"Ha vuelto a suceder"
Kathleen Megan Donovan nació en el seno de la tragedia un 14 de junio de 1967 y, hasta la fecha, nunca ha podido separarse de ella. Cuando tenía un año, su padre le asestó 24 puñaladas a su madre. Fue enviada a una casa de acogida, aunque le quitaron la tutela a su madre adoptiva por obligar a la niña a realizar las tareas del hogar. Una vida más parecida a la terrorífica Cenicienta de Andersen que a la 'disneyficada' de Perrault.
Hasta los 17 no se enteró Folbigg del motivo por el que había crecido en un hogar de infancia. Apenas recordaba a aquella madrastra, mucho menos el asesinato de su padre. Pero a esa misma edad conoció a Craig Gibson Folbigg, con quien se casaría tres años después.
Patrick Allen, el primer hijo del matrimonio, nació en 1989 y murió a los 8 meses de edad. La causa de su muerte se atribuyó originalmente al síndrome de muerte súbita del lactante, pero en el juicio y tras las tres muertes que le siguieron, se argumentó que había sido asesinado por asfixia.
Los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Patrick porque no podía soportar su llanto. También se argumentó que Folbigg había asfixiado a Patrick porque tenía celos de la atención que su esposo Craig le prestaba al niño.
El 18 de febrero de 1991 Folbigg llamó a su marido al trabajo: "Ha vuelto a suceder". Sarah Kathleen, la segunda hija, murió a los 10 meses de edad por una infección respiratoria, dijeron los médicos entonces. En el juicio los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Sarah para evitar que llorara, y que lo había hecho de manera similar a como había procedido con Patrick.
Laura Elizabeth, la tercera hija de Folbigg, nació en 1993 y murió a los 19 meses de edad. La causa de su muerte volvió a atribuirse en un primer momento a una infección respiratoria, pero en el juicio se argumentó una vez más que la había asfixiado porque la frustraba y porque se sentía abrumada por su cuidado.
El cuarto y último hijo de Folbigg, Caleb Gibson, nació en 1997 y murió 19 días más tarde. Al igual que con Patrick, la causa de su muerte se atribuyó originalmente al síndrome de muerte súbita del lactante, pero en el juicio los fiscales argumentaron que Folbigg había asfixiado a Caleb porque era un niño difícil.
En total, a Folbigg le cayeron, en 2003, 40 años por tres asesinatos y un homicidio involuntario, el de Caleb. En el juicio se tuvieron en cuenta los diarios de Folbigg, donde decía que sus hijos "estaban mejor así".
"Todavía me sorprende cómo se salieron con la suya para usarlos contra mí", dijo Folbigg en relación con las páginas de su diario utiñizadas como prueba. Meses después, confesó en una carta que aquellas anotaciones le "suenan atroces": "Todo lo que puedo decir sobre eso es que no estaba en un buen momento anímico por aquel entonces".
Tras la rebaja de 2005 a 30 años, Folbigg se quejó de recibir "un trato injusto" porque no le permitieron obtener la prisión condicional por buen comportamiento, algo que le habrían concedido incluso si la hubiesen condenado con cadena perpetua.
"Mientras mi nombre vaya emparejado con palabras como 'asesina en serie', no tengo ninguna esperanza de ser escuchada de manera justa", escribió Folbigg en febrero de 2005, lamentando que su caso se hubiese convertido en un juicio mediático.
"Milagro genético"
El expresidente del Tribunal Supremo de Nueva Gales del Sur Tom Bathurst será el encargado de decidir si existe alguna duda razonable sobre la culpabilidad de Folbigg y concederle la libertad.
Los investigadores daneses que descubrieron el gen CALM2 G114R , Mette Nyegaard y Michael Toft Overgaard, calificaron como "extremadamente sorprendentes" estas variantes genéticas porque podían afectar a una proteína, la calmodulina, que está ligada al calcio. Por ello, esta mutación genética podría haber sido la causante del síndrome de muerte súbita del lactante que mató a Patrick y Caleb.
Además, Sarah y Laura también padecían otra variante genética, descubierta en 2018 y que no tenía su madre, que podría haber causado su parada cardíaca durante el sueño, lo que entonces calificaron como infección respiratoria.
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Desde prisión, Folbigg ha vuelto a escribir esperanzada de que "un milagro genético" pueda sacarla 20 años después. La abogada Sophie Callan ha expresado que, además de estas pruebas genéticas como causa probable de las muertes, la inexistencia de testigos ni pruebas concluyentes que señalen a Folbigg como asesina deberían decantar la balanza cuando tenga lugar el juicio.
"Existe una hipótesis razonable incompatible con la culpabilidad, ese es el efecto de la evidencia hallada", dijo Callan a Bathurst. Sobre los diarios, Callan afirma que los psicólogos valorarán lo escrito como síntoma de estrés postraumático.
En un artículo aparecido en diciembre de 2021 en una revista científica, Callan publicó el contenido de una correspondencia personal mantenida con García de Vinuesa. En dichos correos, la investigadora gaditana decía que le resultaba "difícil de creer que hubiese alguien en la cárcel por esto".
García de Vinuesa fue criticada porque aún no habían salido los resultaos genéticos. "Había leído sobre los niños, particularmente que dos de ellos estaban muy enfermos y uno de ellos tenía miocarditis... así que pensé que definitivamente justificaba una investigación genética", se defendió. García de Vinuesa asegura que actúa en nombre de la ciencia, no en el de Folbigg.
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