Descubre todos los beneficios de esta nueva forma de hidratarse en verano
La pandemia ha modificado nuestros hábitos de consumo, haciendo que los españoles nos decantemos cada vez más por productos saludables y, que además sean más sostenibles con el medio ambiente. En este sentido, el consumo de productos como el agua con gas ha aumentado notablemente y ha pasado de los 66 millones de litros anuales a los 102 millones de litros el año pasado según datos de Statista.
Pero ¿por qué el agua con gas gana cada día más adeptos?
El agua con gas es una opción ideal ya que nos proporciona la misma sensación de “efervescencia” que beber un refresco, pero sin las calorías ni el azúcar añadido.
Otra de sus ventajas es que, a pesar de la creencia errónea de que todas las bebidas carbonatadas estropean el esmalte de los dientes, en el caso del agua con gas no es así. Lo que en realidad causa ese desgaste es el azúcar añadido a algunos refrescos tradicionales, los cuales son hasta 100 veces más perjudiciales para nuestros dientes que el agua con gas, según datos de varios estudios.
El agua con gas mejora nuestra capacidad para tragar y digerir, por lo que es beneficiosa para nuestro aparato digestivo y sus burbujas estimulan la secreción de jugos gástricos.
Esta bebida estimula los nervios necesarios para poder comer y, además, tiene un impacto positivo en los movimientos intestinales, por lo que es ideal para aquellos que sufren estreñimiento.
Por ello, se ha convertido en la opción ideal para beber antes y después de las comidas. Además, puedes añadir unas rodajas de limón y ralladura de jengibre que te ayudarán a digerir las copiosas comidas que solemos hacer en vacaciones.
El agua con gas no tiene calorías y, además, aporta una sensación de saciedad gracias a las burbujas, mucho mayor que la proporcionada por el agua mineral o del grifo.
También, existen investigaciones que prueban que esta bebida obliga a los alimentos a permanecer en el estómago durante más tiempo, lo que permite sentirnos saciados durante un periodo más prolongado.
Uno de los ingredientes principales de los refrescos tradicionales es el fósforo. A pesar de que durante algún tiempo existió la creencia de que las bebidas gasificadas provocaban pérdida de densidad ósea, se ha demostrado que no es cierto. Es el fósforo, ingrediente de algunos refrescos tradicionales, el que afecta a nuestra salud ósea de manera negativa.
Existen varios estudios que relacionan el consumo de agua con gas con la regularización de los niveles de colesterol, aumentando el colesterol “bueno” y disminuyendo el nivel de azúcar en sangre y los marcadores inflamatorios. Además, ayuda a la prevención de enfermedades cardiovasculares.
De hecho, según una investigación realizada por el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), demuestra que beber medio litro de agua con gas en las comidas puede reducir el riesgo de sufrir alguna patología cardiovascular.
Más de la mitad de nuestro cuerpo está formado por agua por lo que, no hidratarse adecuadamente puede tener un importante impacto sobre nuestra salud. Además, hay que prestar especial atención a este aspecto, sobre todo durante los meses de verano en los que nuestro cuerpo pierde más agua de la habitual debido a las altas temperaturas.
Los expertos recomiendan beber al menos 2 litros de agua al día para rendir al máximo, tanto física como mentalmente. En este sentido, el agua con gas es una gran aliada.
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