Incluso la noche anterior, algo así parecía impensable: los restaurantes y cafés de Kiev estaban abiertos y funcionaban con normalidad. No había colas en los mercados ni en los bancos. El sentimiento de angustia se disimulaba, dependiendo de con quién se hablara, con resignación, chulería, negación o una mezcla de todo ello.
Pero entonces, a partir de las 5 de la mañana, se escucharon explosiones en las afueras de Kiev. Y lo que es más preocupante, hubo informaciones contradictorias sobre intensos combates con tropas terrestres rusas en un aeropuerto situado a 20 km de la capital.
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