Tratado de Verdún
Tratado de Verdún
Tipo de tratado Tratado de partición y ayuda mutua Firmado c. 10 de agosto del 843
Verdún, Imperio carolingio (hoy Francia) Partes Lotario I
Luis el Germánico
Carlos el Calvo
El Tratado de Verdún fue un pacto firmado en agosto de
843
entre Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo —hijos de Ludovico Pío y nietos de Carlomagno—, en la localidad francesa homónima.1 Este tratado tuvo como origen la ordinatio imperii, que decretaba el modo de proceder si fallecía uno de los monarcas subsidiarios sin descendencia. No obstante, esto dio como resultado una serie de conflictos en el imperio que, lejos de solventar las divisiones, las acentuó.23 El documento estableció las regiones que le correspondían a cada heredero y previo a la rúbrica de este tratado, se acordó entre ellos un compromiso de ayuda mutua. De esta forma se puso fin a la guerra civil carolingia (y al proyecto de Carlomagno de revivir el Imperio romano) mediante la firma de los Juramentos de Estrasburgo el 14 de febrero de 842.4 Tras ser llevado a cabo el reparto, surgieron tres territorios que pasaron a denominarse Francia Occidental, Francia Media y Francia Oriental.56 La fecha exacta del tratado es desconocida, aunque se sabe con seguridad que ocurrió antes del 10 de agosto, como lo confirma una carta contemporánea.78
Lotario se estableció en Italia y heredó el título de emperador, ahora reducido a un carácter simbólico. Luis el Germánico fijó su residencia en Baviera y se le concedieron los territorios germánicos y anexos que iban desde los Alpes hasta el Rin —la futura Alemania—. Carlos el Calvo recibió la parte occidental de lo que restaba del Imperio carolingio —la futura Francia—.9 Ambos reinos se repartieron la Francia Media tras la muerte de Lotario I en 855.10
Tratado de Verdún | ||
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Tipo de tratado | Tratado de partición y ayuda mutua | |
Firmado | c. 10 de agosto del 843 Verdún, Imperio carolingio (hoy Francia) | |
Partes | Lotario I Luis el Germánico Carlos el Calvo | |
El Tratado de Verdún fue un pacto firmado en agosto de
843
entre Lotario, Luis el Germánico y Carlos el Calvo —hijos de Ludovico Pío y nietos de Carlomagno—, en la localidad francesa homónima.1 Este tratado tuvo como origen la ordinatio imperii, que decretaba el modo de proceder si fallecía uno de los monarcas subsidiarios sin descendencia. No obstante, esto dio como resultado una serie de conflictos en el imperio que, lejos de solventar las divisiones, las acentuó.23 El documento estableció las regiones que le correspondían a cada heredero y previo a la rúbrica de este tratado, se acordó entre ellos un compromiso de ayuda mutua. De esta forma se puso fin a la guerra civil carolingia (y al proyecto de Carlomagno de revivir el Imperio romano) mediante la firma de los Juramentos de Estrasburgo el 14 de febrero de 842.4 Tras ser llevado a cabo el reparto, surgieron tres territorios que pasaron a denominarse Francia Occidental, Francia Media y Francia Oriental.56 La fecha exacta del tratado es desconocida, aunque se sabe con seguridad que ocurrió antes del 10 de agosto, como lo confirma una carta contemporánea.78
Lotario se estableció en Italia y heredó el título de emperador, ahora reducido a un carácter simbólico. Luis el Germánico fijó su residencia en Baviera y se le concedieron los territorios germánicos y anexos que iban desde los Alpes hasta el Rin —la futura Alemania—. Carlos el Calvo recibió la parte occidental de lo que restaba del Imperio carolingio —la futura Francia—.9 Ambos reinos se repartieron la Francia Media tras la muerte de Lotario I en 855.10
Índice
Participantes[editar]
Tras la muerte de Luis I el Piadoso (Ludovico Pío), el Imperio carolingio se dividió entre sus tres hijos: Carlos el Calvo, Lotario y Luis el Germánico. De este modo, a cada uno de los herederos le fue otorgado un reino: a Lotario I se le otorga Italia, Luis el Germánico se establece en Baviera y Carlos el Calvo en Aquitania.4 En dicho acuerdo Lotario I se reservó el título de emperador y el reparto del Imperio de Luis el Piadoso se realizó de la siguiente manera entre sus herederos:4
- Luis el Germánico: Le fueron concedidos los países germánicos y anexos al norte de los Alpes y al este del río Rin unidos a los condados de Espira, Worms y Maguncia; además de Alemania y la Recia que correspondía a los territorios de los grisones y Engadina.11
- Carlos el Calvo: Se le adjudicaron, de norte a sur, las regiones al oeste del río Escalda y los territorios occidentales desde la comarca de Cambray y Sedán hasta el valle superior del Malme, la meseta de Longres, el Saona y el Ródano.11
- Lotario: Es el depositario del título imperial. Modifica su denominación, y a partir de entonces pasa a llamarse «emperador cristiano» de los territorios entre el reino germánico del este y el reino francés del oeste, ligado a la península itálica. Sus reinos conforman los territorios desde el norte de Frisia, parte de la Borgoña hasta el río Ródano y la Provenza.1211
Tras la muerte de Luis I el Piadoso (Ludovico Pío), el Imperio carolingio se dividió entre sus tres hijos: Carlos el Calvo, Lotario y Luis el Germánico. De este modo, a cada uno de los herederos le fue otorgado un reino: a Lotario I se le otorga Italia, Luis el Germánico se establece en Baviera y Carlos el Calvo en Aquitania.4 En dicho acuerdo Lotario I se reservó el título de emperador y el reparto del Imperio de Luis el Piadoso se realizó de la siguiente manera entre sus herederos:4
- Luis el Germánico: Le fueron concedidos los países germánicos y anexos al norte de los Alpes y al este del río Rin unidos a los condados de Espira, Worms y Maguncia; además de Alemania y la Recia que correspondía a los territorios de los grisones y Engadina.11
- Carlos el Calvo: Se le adjudicaron, de norte a sur, las regiones al oeste del río Escalda y los territorios occidentales desde la comarca de Cambray y Sedán hasta el valle superior del Malme, la meseta de Longres, el Saona y el Ródano.11
- Lotario: Es el depositario del título imperial. Modifica su denominación, y a partir de entonces pasa a llamarse «emperador cristiano» de los territorios entre el reino germánico del este y el reino francés del oeste, ligado a la península itálica. Sus reinos conforman los territorios desde el norte de Frisia, parte de la Borgoña hasta el río Ródano y la Provenza.1211
Consecuencias[editar]
Consecuencias geográficas[editar]
El acuerdo tuvo resultados políticos considerables. Asimismo, se evidenció el fracaso de la restauración imperial carolingia, gestando el germen de lo que posteriormente serían las naciones de Francia — al oeste— sobre la base del territorio de Carlos; y en el poniente Alemania —sobre la base de las regiones de Luis al este—. La demarcación de Lotario (que suele denominarse Lotaringia, aunque es más correcto denominar con ese apelativo a la zona septentrional que se le concedió a su hijo Lotario II), comprendía el área que la historiografía designa con el nombre de Flandes —los actuales Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo—; el sector ubicado al oeste del Rin — las actuales comarcas francesas de Alsacia y Lorena y parajes de las actuales áreas alemanas denominadas Renania — y los actuales territorios de Borgoña, Provenza y el norte de la actual Italia.4
Su estabilidad fue muy insegura por sus divisiones y reparto. Primero entre los vástagos de Lotario —Tratado de Prüm, 855— y después entre las monarquías vecinas —Tratado de Mersen, firmado el 8 de agosto de 870, y Tratado de Ribemont, en el 880— y gracias al Tratado el Imperio quedó de la siguiente forma: el Imperio franco fue dividido en tres partes diferenciadas formando tres reinos: el reino central, oriental y occidental.13 El título de emperador recayó sobre Lotario I, que a su vez recibió el reino central, cuya extensión iba desde el mar del Norte hasta el golfo de Gaeta; incluyéndose las ciudades de Aquisgrán y Roma.14 Por su parte, Luis el Germánico se hizo con el reino oriental. Por último, Carlos el Calvo recibió el reino occidental y, a pesar de esta división del Imperio carolingio, formalmente sí se reconocería la unidad imperial, siendo coronado como rey en el 848 en Orleans.1015
El acuerdo tuvo resultados políticos considerables. Asimismo, se evidenció el fracaso de la restauración imperial carolingia, gestando el germen de lo que posteriormente serían las naciones de Francia — al oeste— sobre la base del territorio de Carlos; y en el poniente Alemania —sobre la base de las regiones de Luis al este—. La demarcación de Lotario (que suele denominarse Lotaringia, aunque es más correcto denominar con ese apelativo a la zona septentrional que se le concedió a su hijo Lotario II), comprendía el área que la historiografía designa con el nombre de Flandes —los actuales Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo—; el sector ubicado al oeste del Rin — las actuales comarcas francesas de Alsacia y Lorena y parajes de las actuales áreas alemanas denominadas Renania — y los actuales territorios de Borgoña, Provenza y el norte de la actual Italia.4
Su estabilidad fue muy insegura por sus divisiones y reparto. Primero entre los vástagos de Lotario —Tratado de Prüm, 855— y después entre las monarquías vecinas —Tratado de Mersen, firmado el 8 de agosto de 870, y Tratado de Ribemont, en el 880— y gracias al Tratado el Imperio quedó de la siguiente forma: el Imperio franco fue dividido en tres partes diferenciadas formando tres reinos: el reino central, oriental y occidental.13 El título de emperador recayó sobre Lotario I, que a su vez recibió el reino central, cuya extensión iba desde el mar del Norte hasta el golfo de Gaeta; incluyéndose las ciudades de Aquisgrán y Roma.14 Por su parte, Luis el Germánico se hizo con el reino oriental. Por último, Carlos el Calvo recibió el reino occidental y, a pesar de esta división del Imperio carolingio, formalmente sí se reconocería la unidad imperial, siendo coronado como rey en el 848 en Orleans.1015
Consecuencias políticas[editar]
Carlos el Calvo recibió el denominado «Reino de los francos occidentales» o Francia Occidentalis, el cual pasaría a conocerse como Reino de Francia a partir de 1205.1617 Geográficamente abarcaba el sur de la actual Francia, culminando en la denominada Marca Hispánica.1819 No obstante, Carlos sostuvo un enfrentamiento con su sobrino Pipino II de Aquitania, dado que al fallecer su padre fue reconocido como soberano solo por la nobleza sin tener en cuenta el beneplácito del emperador, quien en la asamblea de Worms del año 939, eligió a Carlos como monarca.2021 Por su parte, Carlos el Calvo entró en guerra con Pipino en el año 840. Así, tras varias derrotas, en el año 845 se rubricó el tratado de Benoît-sur-Loire, reconociendo los derechos de su sobrino.22 A partir del año 840, proliferaron batidas vikingas, siendo París saqueada entre los años 856 y 862. Por ello, Carlos el Calvo tomó medidas que fueron ineficaces, siendo necesario llegar a un vasallaje con los vikingos, cediéndoles el territorio que se denominaría Normandía.23 Además a esto se unieron las incursiones de los magiares a partir del año 920.24
Por su parte, el primogénito de Ludovico Pío sobre el que recae el título de emperador, Lotario I, obtuvo como reino la Francia Media, que estaba situada en medio del mar del Norte y el mar Mediterráneo. Comprendía lo que actualmente son los Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, el oeste del Rin, Francia, Suiza y el norte de Italia.10 A su vez, el Reino de los Francos Orientales, llamado también Francia Oriental, sería el germen de la futura monarquía en Alemania.10 A Luis el Germánico le correspondió la parte oriental mayoritariamente germano parlante, hecho que es referido en los Annales fuldenses, que hacían mención a la división del Imperio y a la parte oriental que se le otorgó a Luis el Germánico.25 Este territorio estaba compuesto de conquistas procedentes del siglo viii, que incluía los ducados de Alemania, Baviera, Sajonia y Turingia junto con las marcas danesa y eslava.26
Hacia el 10 de agosto del año 843, fallecido Luis el Piadoso y tras una añada, sus vástagos y herederos rubricaron el Tratado de Verdún mediante el que Luis el Germánico obtuvo la parte oriental denominada Francia Oriental, que estaba formada por incorporaciones regionales del siglo viii al Imperio carolingio, entre las que se incluían: Baviera, Sajonia, Turingia y las marcas danesa y eslava cuya población era germano y eslavo parlantes mayoritariamente, formando una población que se dividía por raza, costumbres y lengua.26
Carlos el Calvo recibió el denominado «Reino de los francos occidentales» o Francia Occidentalis, el cual pasaría a conocerse como Reino de Francia a partir de 1205.1617 Geográficamente abarcaba el sur de la actual Francia, culminando en la denominada Marca Hispánica.1819 No obstante, Carlos sostuvo un enfrentamiento con su sobrino Pipino II de Aquitania, dado que al fallecer su padre fue reconocido como soberano solo por la nobleza sin tener en cuenta el beneplácito del emperador, quien en la asamblea de Worms del año 939, eligió a Carlos como monarca.2021 Por su parte, Carlos el Calvo entró en guerra con Pipino en el año 840. Así, tras varias derrotas, en el año 845 se rubricó el tratado de Benoît-sur-Loire, reconociendo los derechos de su sobrino.22 A partir del año 840, proliferaron batidas vikingas, siendo París saqueada entre los años 856 y 862. Por ello, Carlos el Calvo tomó medidas que fueron ineficaces, siendo necesario llegar a un vasallaje con los vikingos, cediéndoles el territorio que se denominaría Normandía.23 Además a esto se unieron las incursiones de los magiares a partir del año 920.24
Por su parte, el primogénito de Ludovico Pío sobre el que recae el título de emperador, Lotario I, obtuvo como reino la Francia Media, que estaba situada en medio del mar del Norte y el mar Mediterráneo. Comprendía lo que actualmente son los Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica, el oeste del Rin, Francia, Suiza y el norte de Italia.10 A su vez, el Reino de los Francos Orientales, llamado también Francia Oriental, sería el germen de la futura monarquía en Alemania.10 A Luis el Germánico le correspondió la parte oriental mayoritariamente germano parlante, hecho que es referido en los Annales fuldenses, que hacían mención a la división del Imperio y a la parte oriental que se le otorgó a Luis el Germánico.25 Este territorio estaba compuesto de conquistas procedentes del siglo viii, que incluía los ducados de Alemania, Baviera, Sajonia y Turingia junto con las marcas danesa y eslava.26
Hacia el 10 de agosto del año 843, fallecido Luis el Piadoso y tras una añada, sus vástagos y herederos rubricaron el Tratado de Verdún mediante el que Luis el Germánico obtuvo la parte oriental denominada Francia Oriental, que estaba formada por incorporaciones regionales del siglo viii al Imperio carolingio, entre las que se incluían: Baviera, Sajonia, Turingia y las marcas danesa y eslava cuya población era germano y eslavo parlantes mayoritariamente, formando una población que se dividía por raza, costumbres y lengua.26
La batalla de Verdún, la peor batalla de la Primera Guerra Mundial
El 18 diciembre
1916
finalizó la batalla de Verdún, la más larga y sangrienta de la Gran Guerra, que enfrentó a franceses y alemanes. Pero esta batalla, a pesar de su duración y dureza, no se convirtió en decisiva en el devenir del conflicto.
Una muestra del horror que se vivió en Verdún, un municipio francés situado en el departamento del Mosa y en la región del Gran Este, es el mensaje dirigido que un joven soldado alemán llamado Johannes Has dirigió a sus padres desde una de las trincheras del ejército germano: "Queridos padres, estoy acostado en el campo de batalla y tengo una bala en el vientre. Creo que me estoy muriendo". El 18 de diciembre de 1916 marcaría el final de aquella terrible carnicería, un escenario de horror en el que ahora reina el silencio. Aquellas trincheras donde tantos jóvenes vivieron y murieron se han convertido en una metáfora de la profunda cicatriz que se abrió entre Francia y Alemania.
Preparando una carnicería
"El final de la guerra de 1870, que enfrentó a los franceses y a los prusianos, se decidió en París; el de ésta se decidirá en Verdún", afirmó el káiser Guillermo II el 1 de abril de 1916, cuando la batalla, que llevaba seis semanas en marcha, ya se había llevado por delante más de cien mil vidas. La opinión del soberano alemán se basaba en el criterio del general Erich von Falkenhayn, que había abierto dos frentes, uno en Rusia y otro en Verdún. Indignado por la pedantería mostrada durante el conflicto por Von Falkenhayn, Erich Ludendorff, uno de los más brillantes generales de Alemania, llegó a decir de él: "Puedo odiar a ese hombre y le odio". Pero a pesar de lo que el general Ludendorff pudiera pensar de su colega, éste contaba con el favor del Estado Mayor y hacia finales de 1915 ya había concebido un plan de ataque en Verdún.
El káiser Guillermo II confiaba en el criterio del general Erich von Falkenhayn, que había abierto dos frentes, uno en Rusia y otro en Verdún.
Los servicios de inteligencia alemanes habían informado de que la artillería y la infantería francesas se habían retirado de la zona para trasladarse a otros puntos donde se estaban dirimiendo encarnizados encuentros. Creyendo que con un rápido ataque al flanco francés daría un golpe de efecto a la contienda, Von Falkenhayn ideó una estrategia que obligara a los franceses a movilizarse hacia un mismo punto y una vez allí atacarles. Con la maquinaria alemana en marcha, Von Falkenhayn dispuso más de ochocientas piezas de artillería de forma estratégica, pero el mal tiempo lo obligó a posponer el ataque hasta que la lluvia remitiera.
Lluvia de fuego y metralla
El 21 de febrero de 1916 a las 7:15 de la mañana se abrieron las puertas del infierno en Verdún. El Gran Berta, el temido cañón alemán de 420 mm capaz de lanzar proyectiles a doce kilómetros de distancia y provocar cráteres de seis metros de profundidad, o el efectivo Skoda 35 mm empezaron a abrir fuego. A las cuatro de la tarde ya habían caído del cielo más de un millón de obuses que convirtieron el suelo francés en un auténtico paisaje lunar, lleno de cráteres: las trincheras se habían hundido y la mayoría de sus defensores quedaron sepultados bajo el barro. Al teniente coronel Driant le pareció que el bosque "era barrido por una tormenta, un huracán de adoquines que crecía cada vez con mayor fuerza". Y eso sólo ocurrió durante el primero de los 302 días que duró la batalla.
A las cuatro de la tarde ya habían caído del cielo más de un millón de obuses que convirtieron el paisaje francés en un auténtico paisaje lunar, lleno de cráteres.
El pintor y paisajista alemán Franz Marc, que se había alistado como voluntario unos años antes, escribió desde el frente: "He visto las cosas más terribles que puede concebir la imaginación humana". Un obús lo destripó el 4 de marzo, pero la crónica de aquella carnicería continuó de la mano de un soldado francés que manejaba una ametralladora: "La trinchera dejó de existir, había quedado sepultada. Estábamos agachados dentro de los agujeros hechos por los obuses, el lodo de cada explosión nos enterraba cada vez más. Nuestros propios soldados heridos o ciegos caían sobre nosotros rugiendo y gritando. Morían salpicándonos con su sangre". El 10 de abril, el capitán Cochin describió en una carta los primeros días del asalto: "Regreso de la prueba más dura de mi vida: cuatro días y cuatro noches, 92 horas, los dos últimos días sumergido en barro helado, bajo un terrible bombardeo, sin otro refugio que la estrechez de la trinchera que aparecía incluso demasiado ancha; ni un agujero, ni una cueva, nada [...]. Llegué allí con 175 hombres; he regresado con treinta y cuatro, varios de ellos enloquecidos". Después de aquel ataque llovió sin parar durante doce días. La crónica oficial alemana dijo lo siguiente: "El agua en las trincheras nos llegaba por encima de las rodillas; no había ni una cueva que pudiera proporcionar un acomodo seco. El número de enfermos crecía de manera alarmante".
Un ángel de la guarda de cuatro patas
Erich von Falkenhayn había previsto que las fuerzas francesas se desangrarían durante los bombardeos, pero lo que no pudo prever es que durante el avance de la infantería ésta quedaría desprotegida de la artillería, y que la lluvia y la nieve convertirían los bosques de Verdún, arrasados por los obuses, en una enorme piscina de barro que no permitía avanzar a los pesados cañones. El encargado de organizar la defensa francesa fue el general Philippe Pétain, que ideó un sistema basado en la logística: mantuvo abierta la arteria principal que llegaba a Verdún, por la que circulaban 6.000 camiones diarios que sirvieron para alimentar a toda la población durante el asedio alemán. Conocida más tarde como la Ruta Sagrada, fue el propio Pétain quien dijo a su estado mayor: "On les aura!" (les cogeremos). Pero la frase más famosa salió de la boca de su segundo, el general Robert Nivelle, que arengó a sus hombres al grito de: "Ils ne passeront pas!", (no pasarán). Pétain coincidió en Verdún con Charles de Gaulle, por entonces un joven capitán de 25 años, que fue uno de los primeros en caer herido, aunque fue condecorado por sus audaces escuchas de las trincheras enemigas. De nuevo en el frente, De Gaulle fue herido con bayoneta, metralla, una mina y con gas, además de ser capturado por los alemanes y protagonizar cinco intentos de fuga.
Pétain mantuvo abierta la arteria principal que llegaba a Verdún, por la que circulaban 6.000 camiones diarios que sirvieron para alimentar a toda la población durante el asedio alemán.
No menos coraje que sus homólogos humanos demostró Satán, un cruce de galgo y collie entrenado como perro mensajero. En aquellos días una posición francesa estaba siendo masacrada por la artillería alemana y con ella sus defensores, a los que apenas quedaba munición. De pronto, los desesperados soldados franceses vieron una extraña silueta negra que atravesaba las líneas enemigas hacia su posición. Era Satán con una máscara de gas, unas alforjas y un mensaje atado al cuello. En ese momento, una bala alemana lo alcanzó en una pata y el perro cayó, pero volvió a levantarse y, cojeando, siguió corriendo hasta las trincheras francesas. El mensaje decía: "¡Por el amor de Dios, aguantad! Mañana enviamos refuerzos". En las alforjas que Satán llevaba atadas al lomo había dos palomas mensajeras. Los soldados anotaron las coordenadas de la artillería alemana y las enviaron con las palomas. Una de ellas fue abatida, pero la otra logró llegar a su destino y la artillería francesa consiguió silenciar definitivamente a la alemana y liberar a los suyos. Satán sólo tenía de diabólico el nombre porque en realidad se convirtió en un auténtico ángel de la guarda para el ejército francés.
Una generación perdida
El 18 de diciembre de 1916, y en plena víspera de Navidad, los cañones enmudecieron. Verdún se había salvado, pero a un precio descomunal: 700.000 bajas (305.000 muertos y 400.000 heridos), repartidas casi a partes iguales entre los dos bandos. El consumo de munición en los primeros siete meses ascendió a 24 millones de proyectiles, nueve pueblos habían sido borrados del mapa y el paisaje quedó calcinado. Los cuatro millones de proyectiles caídos sobre la colina de Mort-Homme, donde ahora se erige un monumento conmemorativo de la batalla, la convirtieron en un volcán de lodo y rocas. Aunque los bosques replantados en la década de 1930 han crecido y ocultan la mayoría de los cráteres provocados por los obuses, los actuales visitantes del campo de batalla aún pueden contemplar un panorama selenita moldeado por unos 50 obuses por metro cuadrado. Cien años después, el público tiene aún prohibido el acceso a unas 800 hectáreas de bosque, conocidas como Zone Rouge, debido al peligro de que los millones proyectiles que cayeron y que no explotaron en su momento puedan hacerlo por accidente. El Département du Déminage (departamento de remoción de minas) estima que en las colinas y bosques alrededor de Verdún quedan todavía doce millones de obuses sin detonar.
Los actuales visitantes del campo de batalla aún pueden contemplar un panorama selenita moldeado por unos 50 obuses por metro cuadrado.
Quizás uno de los reporteros que mejor describió aquel horror fue Agustí Calvet Gaziel, el enviado de La Vanguardia, que en su crónica escribió lo siguiente: "En una fosa yacen un montón de cadáveres. ¡Su visión es horrible! Los cuerpos están mutilados, vestidos con el uniforme militar hecho trizas, manchado de sangre, asqueroso. Los rostros aparecen contraídos por espasmos macabros de rabia y de dolor supremos. Algunos cuerpos están despedazados. En el montón hay miembros sueltos, descuajados del tronco [...]. Los circunstantes permanecen en un rudo mirar de infinita ternura ante los despojos horribles de sus hermanos, absortos, resignados, con los ojos encendidos por la santa esperanza de vengar su muerte".
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