BARCELONAActualizado:A Manolo García (Barcelona, 1955) nunca le ha gustado quedarse en un mismo sitio demasiado tiempo, por lo que desde que El Último de la Fila bajaron la persiana en 1998 no ha hecho más que moverse y ponerse obstáculos para explorar nuevas latitudes sonoras. Es así como ha llegado ahora a «Geometría del rayo» (Sony Music), nuevo trabajo en solitario -el séptimo ya- grabado a caballo entre Nueva York y Gerona junto a músicos estadounidenses, fichajes estelares como Toti Soler, Carles Benavent y Jordi Sabatés, y viejos compinches como Antonio Fidel y Josep Lluís Pérez, antiguos componentes de Los Burros y Los Rápidos. Una excusa tan buena como cualquier otra para seguir en movimiento y echarse de nuevo a la carretera con una nueva gira que arrancará el próximo 6 de abril en el Auditorio de Gerona, y dará el salto a los grandes recintos a partir de septiembre.
Dice que siempre le gusta ponerse trampas a la hora de crear. ¿Cuáles han sido en el caso «Geometría del rayo»?
Empezar
a caminar y, de pronto, cambiar de dirección. Eso lo hago mucho cuando
compongo: voy buscando una sonoridad y, de repente, hago una cosa
diferente y me gusta. Me engaño a mí mismo, me sorprendo y me busco
caminos inesperados. Son trampas inocentes. Y también callejear.
Callejear mucho. Mi modo de ser urbano es ser nómada. Es una curiosidad
por moverme, por buscar cosas nuevas y sentir que hay un mundo infinito
para disfrutar. De hecho, en una canción digo «Nunca es tarde para
echarse a la calle».
Una frase que, en estos tiempos, bien podría entenderse desde una dimensión social.
En
realidad, la cosa va más por el lado de que nunca es tarde para vivir
la vida, para disfrutar de los días. Claro que hay motivos para echarse a
la calle por razones sociales, pero en mí canción es más bien filosofía
de bolsillo, una manera de decir que nunca es tarde para las quimeras.
«Urge», en cambio, sí que enseña los dientes.
Es
que soy yo también. Urge dar de comer al hambriento. Urge justicia
social. Urge dignidad. Urge que no se nos tome el pelo y que al político
se le exija tener, como mínimo, carrera de filosofía y humanidades.
Urge lo que ya sabemos todos que urge.
¿Sigue funcionando el rock como altavoz para este tipo de reivindicaciones?
Digamos
que han abortado la operación. La música puede tener un componente
lúdico o una variante más de pensamiento y social, y a partir de ahí tan
válidos son Scorpions como Silvio Rodríguez o Serrat. Son bandas que
nos dan felicidad, pero con el paso de los años la parte mala del
sistema ha fagocitado esa parte de reivindicación social. Se monta un
mercadillo donde esto al final rebota, no llega. La cultura y el arte
son vehículos para la libertad, y no se deberían neutralizar.
Con todos, sus disco siguen desprendiendo optimismo y esperanza.
Es
que yo soy muy vital. En mis canciones soy muy abstracto escribiendo,
pero esa vitalidad mía está ahí; ese renacer y surgir de las cenizas. Es
la esencia de la humanidad. El ser humano está en este planeta hace
millones de años… La escritura, la rueda… ¡Somos la bomba! También somos
terribles, claro, y nefastos para el propio planeta, pero yo me quiero
poner en el otro lado, el del vaso medio lleno. Es mi carácter.
Uno de los aspectos que más parecen preocuparle es la reventa de entradas por internet.
La
reventa es simplemente el camino que han elegido personas sin
escrúpulos para enriquecerse con el trabajo de otros. Yo intento hacer
música popular y ofrecer un espectáculo asequible. Tengo que ser
coherente con lo que digo en mis canciones e intento ser justo. Si
considero que mi concierto vale, por ejemplo, 37 euros, y con eso mi
equipo trabaja bien y yo me gano la vida correctamente sin enriquecerme,
me da mucha rabia y coraje que luego unos señores lleguen ahí y se la
lleven cruda. Es una infamia. Son unos bellacos. Y hay gente que paga
unas auténticas barbaridades por ver algo que cuesta una tercera o una
cuarta parte.
Y al final lo que acaba calando es que la música en directo es algo exclusivo.
Exacto
Yo hago música popular, por lo que hacer un embudo en el que solo
entren los de un poder adquisitivo alto me parece que no es correcto. No
se debe hacer.
¿Ha influido de alguna manera en
la grabación de «Geometría del rayo» aquella fugaz reunión de Los
Burros y Los Rápidos de hace un par de años?
Mira,
el primer disco en que grabé como compositor junto a Antonio Fidel y
José Luis Pérez era un disco medio punk, muy vehemente. Ese es el
inicio, y es mi vía. En directo, por ejemplo, El Último de la Fila
éramos una banda muy rockera. Yo he hecho mis experimentos, un disco en
Grecia, otro en Brasil, músicos de otras vías.. He probado, sí, pero al
final toda la vida es una rueda, y vuelves a donde empezaste. Mis
últimos últimos discos ya son guitarreros, más rockeros. He dado la
vuelta al círculo. Quién sabe: quizá dentro de un tiempo coja unas
dulzainas y me ponga a hacer folk con un grupo tradicional de Valencia o
Murcia. Pero al final es una cuestión de sustrato, y mi sustrato es el
rock.
En cualquier caso, da la sensación de que el rock ya no conecta con la gente joven.
Nada
es como fue. Es imposible. El mundo no para. Tu puedes agarrarte al
pasado, pero el pasado pasa de tí. Hace 30 años, si eras un chaval
podías jugar a fútbol, ir a un concierto, ir a una discoteca y poco más.
Ahora ha llegado la tecnología y todo ha cambiado. Antes tenías 50
vinilos y era un tesoro: ahora puedes tener millones de canciones en tu
movil, pero no es lo mismo. Tenemos tanta información que es muy difícil
que te sorprenda algo. El mundo está más que descubierto. Al final, lo
que yo puedo aportar son mis canciones y mi trabajo como pintor, que es
mi pequeña cuota de libertad.
En septiembre hizo
un comunicado sobre el referéndum en Cataluña en el que pedía diálogo y
aseguraba que «no es policía lo que hace falta para entenderse».
Tampoco
me creo tan importante como para tener que decir cosas sobre política,
pero de alguna manera la gente te está mirando. Lo que yo digo es que
hace falta diálogo político. Hay que escuchar a todo el mundo, aunque
esté diciendo cosas que te parecen barbaridades y no estés de acuerdo en
absoluto. Es por eso que tenemos una palabra ahí encima de la montaña
que es «democracia». Y hay que ir a buscar las voces opuestas. Hay que
entenderse e ir a por soluciones que sean mejores para todos. Para eso
cobran los políticos. Si hay que enterrar las vías del AVE en Murcia,
¿qué haces? ¿Antidisturbios y porrazos? No. Diálogo.
Y en el caso de Cataluña, ¿es optimista con que pueda haber alguna solución?
Tendrá
que haberla. Hay que convivir y vivir. Vuelvo a lo mismo: diálogo. Pero
para eso hay que empezar de verdad. Hay que hablar a la gente con
poesía y con verdad. Lo que necesitamos son políticos de buena voluntad,
y aunque me consta que los ha habido y los hay, también hay un poco de
mala educación, y así ya empezamos mal. Es lo que yo digo siempre: se
cazan más moscas con miel que con vinagre. Lo que hace falta buena
voluntad y sabiduría en las personas que mandan.
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